SOBRE LOS ESPACIOS CAMINABLES

El territorio urbano es más que una simple concentración de edificios y calles sobre un espacio limitado. Una localidad es más que un marco de vida para sus residentes que se enfrentan diariamente a las consecuencias negativas derivadas de las aglomeraciones, la circulación, la criminalidad, etc. Algunos criminólogos han destacado que el delito  es un fenómeno no muy complejo en cuya explicación no sólo hay que tener en cuenta aspectos relativos al autor, a la víctima, al objetivo, etc., sino también al lugar físico donde ocurre. (Brantingham y  Brantingham, 1986). C. Ray Jeffery, en 1972,  señaló que el ambiente urbano puede influir en el comportamiento criminal y general, de manera física y social; insistiendo en las transformaciones o modificaciones del medio ambiente físico para la reducción del crimen.

Hablamos  del término “walkability” o “caminabilidad”. Cervero y Kockelman (1997) son  los primeros en hacer referencia explícita al modelo de las 3 Ds (densidad, diversidad y diseño), juntándolas en un mismo término y uniéndolas. 
Esos términos se refieren, la densidad al número de vecinos que hay en ese determinado lugar y las diferentes actividades laborales (negocios, tiendas, etc.); la diversidad a los diferentes usos que tiene ese espacio y por último el diseño, que éste facilite la movilidad peatonal, primando su presencia por encima de todo.
Se define qué es un espacio caminable, más enfocado a la movilidad urbana, pero si el espacio urbano es caminable y utilizado por las personas, este espacio nos reportará beneficios colectivos creando una seguridad y evitando por tanto la inseguridad y miedo al delito.
Un buen espacio caminable es aquel que te permite caminar, valga la redundancia, con seguridad y que te ofrezca un disfrute estético.
Un espacio caminable se integra en la Teoría del “Diseño Ambiental”, que nos indica que el diseño urbano influye facilitando o desalentando la criminalidad, así como que el diseño arquitectónico puede permitir o dificultar procesos de interacción comunitaria que redunden en la prevención del delito.
Estos espacios bien construidos y utilizados por los vecinos aplican varias medidas de prevención situacional, como puede ser la de aumentar el riesgo (ya que hay más vigilancia), como pueden ser:
  • Al aumentar o hacer que los vecinos hagan sus actividades caminando se proporciona una vigilancia natural del barrio como estableció Jacobs en 1961. Y también la cohesión de los vecinos propinando una relación más social e intervencionista de los vecinos entre sí, generando un buen ambiente entre todos. Dentro de las 25 medidas, está aumentaría el número de guardianes y reforzaría la vigilancia.
  • Reducción del vandalismo.
  • Se reduciría los daños al mobiliario urbano, grafitis, etc. ya que como se ha comentado anteriormente el espacio está más vigilado.
  •  Se prevendría contra las agresiones o violencia contra las personas.
  •  Aumento del control social informal (realizado por la presencia de los vecinos en las calles, y la interactuación que hacen entre ellos).

Hay que añadir que un buen espacio caminable tiene que estar bien iluminado, para en un primer lugar facilitar la visión de lugar y en un segundo lugar, no menos importante, para evitar la criminalidad. Hay que entender que no sólo el alumbrado son las farolas de las calles, sino también la iluminación de espacios especialmente sensibles y de protección como pueden ser las entidades bancarias o parques con un alto coste de su mobiliario. Esta iluminación ayudará a la vigilancia natural del lugar. También propiciará el uso de la calle por la noche, como por ejemplo, las personas que hagan footing o running lo harán por esos lugares más seguros y ellos a su vez se convertirán en guardianes de la misma.
Habrá también más control social formal por medio de la policía, ya que al haber más vecinos transitando por el lugar, la presencia de éstos será por esos lugares si llevan a cabo el servicio policial de proximidad.
Como conclusión se puede comentar que esta estrategia situacional o modelo de estrategias, ya que forman un conjunto en sí, nos puede ayudar a disuadir la delincuencia en general, pero nos puede ocasionar un aumento de un delito en concreto como puede ser el hurto, ya que estamos aumentando las personas que hay en un mismo lugar y según la Teoría de la Elección Racional (Cornish y Clarke, 1986), que lo presentaría como un entorno lleno de claves, elementos y realidades que pueden ser valorados en el proceso de toma de decisiones que lleva a la comisión de determinados tipos de delitos. Pero estos espacios nos ayudarían a evitar los delitos violentos, como pueden ser los atracos, agresiones sexuales, etc. pudiendo actuar “sólo” delitos menos graves y sin riesgos para las personas.
Estos espacios, junto con las políticas de seguridad vial, crearían lugares donde se facilitase la movilidad urbana, potenciando la utilización de la bicicleta y el transporte urbano e intentando que la utilización del vehículo particular disminuyese. Creando entornos favorecedores de la caminabilidad donde los ciudadanos fuesen a pie o en bicicleta.
En estos espacios al utilizar más el transporte público se hace que haya más pasajeros y con ello hay un aumento en la seguridad de los mismos pasajeros, como del conductor del transporte, evitando el atraco o el robo del vehículo.
Respecto a utilizar en menor medida el vehículo particular estamos evitando también el robo de los mismos o  de los objetos que hay en su interior, ocultando las ganancias.
Para concluir, estamos hablando de una estrategia de prevención situacional que reporta muchos beneficios a la colectividad de personas y que nos ayudará a una mejora de la seguridad y a la desaparición del miedo al delito en ese espacio, que utilizará las estrategias, principalmente, de aumentar el riesgo y reducir las provocaciones. Son medidas que afectan a la colectividad de los vecinos del lugar, afectando también a factores sociales más los mencionados ambientales. 

BIBLIOGRAFÍA: