LOS RASGOS PERSONALES COMO PREDICTORES DE LA DELINCUENCIA VIAL

Como bien se sabe, hay ciertos rasgos personales que se manifiestan en la personalidad del delincuente vial,según diferentes estudios. Por esa razón en este artículo voy a exponer  la diferenciación de rasgos personales con la implicación de infracciones penales y posibles consecuencias, como los siniestros viales.
La teoría más conocida y firme que relaciona la neurología y la personalidad con la propensión a delinquir es la teoría de la personalidad de Eysenck, el modelo PEN (Eysenck y Eysenck 1985), en la que establece que desde la infancia hay que “obtener” una conciencia moral por medio del aprendizaje de unos controles inhibitorios fuertes que nos aparten de la conducta antisocial. Según la teoría citada, desarrolla tres dimensiones de la personalidad:
  • Extraversión: sociable, vital, activo, dogmático, búsqueda de sensaciones, dominante.
  • Neuroticismo: ansioso, deprimido, sentimientos de culpa, poca autoestima, tenso.
  • Psicoticismo: agresivo, frio, egocentrismo, impersonal, impulsivo, antisocial.
A partir de esta teoría han surgido modelos alternativos, pero derivados de ella, proponiendo alguna dimensión más, por ejemplo Gray (1972) propone dos dimensiones básicas de la personalidad, ansiedad e impulsividad, Zuckerman (1991) establece la relación entre la conducta antisocial y la personalidad a partir de la variable búsqueda de sensaciones, muy relevante en los delitos contra la seguridad vial, ya que se ha asociado a conducir bajo los efectos del alcohol, sobrepasar los límites de velocidad, competir con otros conductores, conducir en sentido contrario y con otro abanico de conductas de riesgo en relación a la conducción (Burns y Wilde, 1995).En palabras de Garrido, Stangeland y Redondo citan a Zuckerman para recordar la definición de la búsqueda de sensaciones como un rasgo definido por “la búsqueda de experiencias y sensaciones variadas, nuevas, complejas, e intensas, y la disposición a asumir riesgos físicos, sociales, legales y financieros a fin de lograr tales experiencias”.
Zuckerman y sus colegas proponen un modelo alternativo “Los cinco factores de personalidad de Zuckerman (Zuckerman, Kuhlman, Joireman, Teta y Kraft, 1993) en el que se integran varias dimensiones de personalidad que se han asociado a la conducción agresiva. Cuyo cuestionario el ZKPQ-50-CC ha sido traducido y utilizado en muchos países, incluso en España.

Las dimensiones de este modelo son:
  • La dimensión Agresión-Hostilidad mide la disposición a comportarse de forma agresiva, grosera y desconsiderada, y a mostrar una conducta antisocial, vengativa y maliciosa. 
  •  La dimensión Impulsividad-Búsqueda de Sensaciones, este rasgo se caracterizaría por una búsqueda activa de experiencias que suponen excitación y riesgo, acompañada de falta de planificación en las acciones y tendencia a actuar impulsivamente, es decir, sin evaluar las posibles consecuencias o el riesgo de las acciones.
  • La dimensión de Neuroticismo-Ansiedad evalúa aspectos de personalidad relacionados con una tendencia a experimentar estados afectivos de connotación negativa, incluyendo sentimientos de ansiedad y tensión emocional, estados de ánimos depresivos, preocupación, indecisión, sensibilidad a la crítica y falta de confianza.
  • La dimensión de Sociabilidad se refiere a la predisposición del individuo para compartir el tiempo con amigos, involucrarse en actividades lúdicas con otros y su incapacidad para estar en soledad. 
  • La dimensión de Activación se refiere a la necesidad del individuo de mantenerse continuamente activo y su preferencia por tareas desafiantes que requieren esfuerzo y dedicación.
Las dimensiones expuestas anteriormente son rasgos innatos en la personalidad del conductor, científicamente demostrado por diversos estudios (Aluja, Rossier, Garcia, Angleitner, Kuhlman & Zuckerman, 2006).
Básicamente existen dos aspectos del comportamiento del conductor que parecen estar relacionados con la probabilidad de que se vea envuelto en un siniestro vial, sus habilidades y destrezas al volante (o la falta de ellas) y su estilo de conducción (habitualmente arriesgado y temerario) (Elander, West y French, 1993). Los déficits de habilidades se traducen en Errores, generalmente involuntarios y no intencionados, asociados a fallos en los mecanismos cognitivos y de procesamiento de la información. Las conductas deliberadamente infractoras a la norma vial, que no sólo pueden explicarse recurriendo a argumentos racionales sino también a través de los aspectos de carácter emocional y motivacional (Reason, Manstead, Stradling, Baxter y Campbell (1990), tienen un mayor impacto sobre la seguridad vial y han acaparado la intención de los investigadores sobre el riesgo y la conducta.
A la vista de lo anterior, podemos dividir los rasgos de personalidad en dos grupos, según su intervención en la comisión de delitos viales y/o siniestros viales, por infracción vial u error, quedando de esta manera:
  • R.P. ASOCIADOS A INFRACCIÓN VIAL: hostilidad, impulsividad y búsqueda de sensaciones.
  • R.P. ASOCIADOS AL ERROR HUMANO: ansiedad, activación y sociabilidad.
Las características asociadas a la infracción penal forman parte de un bajo autocontrol del delincuente según manifestó Gottfredson y Hirschi en su Teoría del Autocontrol (1990), en síntesis, las personas que carecen de autocontrol tenderán a ser impulsivas, insensibles, físicas (en oposición a mentales), buscadoras de riesgo, imprevisoras, y no verbales, y tenderán por tanto a implicarse en actividades delictivas y similares[1].

Y podríamos considerar un “alto autocontrol” a las personas que se ven involucradas en delitos contra la seguridad vial y sus consecuencias (siniestros viales) por la comisión de algún error que lo haya producido; y aquí entra de lleno lo que estableció Günther Kaiser “en el tráfico viario todo conductor está próximo a la situación delictiva, cualquiera es un delincuente potencial, la línea entre delito o no, es muy próxima, la cual se puede cruzar en cualquier instante.

Figura: Rasgos de personalidad, infracción penal y error humano (González,J.M.,2015).



[1] Gottfredson y Hirsci (1990).